lunes, 30 de abril de 2018

Fruto que permanezca



Hemos sido llamados por el Señor Jesucristo para que vayamos y llevemos fruto, pero no sólo fruto y ya, sino que este fruto debe de permanecer, y hablando de las plantas, ¿cómo permanece el fruto? Quiero responder con una analogía de la naturaleza:  Si yo planto un platanero, dará solamente una vez el fruto y éste puede ser un fruto grande, rico y abundante. Pero si ese platanero ya no diese más "hijitos" (por decirlo de cierta manera) entonces el fruto no permanecería, pudo haber sido un fruto grande, hermoso, rico, abundante pero no un fruto que permanezca.
Por el contrario, Dios por medio de la naturaleza nos enseña a que el fruto puede permanecer por medio de la vida que le transmitie el platanero al platanero que está brotanto.

Algo así es en la vida cristiana. Nosotros sólo tenemos una vida y tal vez podamos tener mucho fruto en nuestro ministerio, pero ¿estamos transmitiendo vida a nuestros disípulos por medio de la palabra viva?  Si no lo estamos haciendo y sólo le transmitimos religión, entonces el fruto quedará allí y no permanecerá. Pero, si sí lo estamos haciendo; entonces el fruto permanecerá, estaremos haciendo discípulos que hacen discípulos y así el fruto estará por generaciones.


Y es que la tarea de hacer discípulos (de otra cultura) que hacen discípulos no es algo sencillo, a nosotros nos ha tomado 6 años y casi 2 meses para poder ver esto. Después de hacer varios discípulos que aún no se han reproducido y después de ver a varios discípulos reproducirse en otros pero sin dar fruto, por fin hemos visto entre los mixtecos en San Juan Colorado, a nuestros discípulos haciendo discípulos y están "graduando" de lo que nosotros consideramos discipulado 1.

Este camino ha sido agri-dulce. Hemos tenido momentos de dificultades y victorias, hemos pasado por caídas y restauraciones, baches y avances, tropiezos y triunfos en Cristo, llanto y alegría, desánimos y ánimos. Pero todo esto ha sido para fortalecernos, crecer en fe y en confianza en nuestro Señor, quien a fin de cuentas es el dueño de la mies y el que produce en nosotros el querer como el hacer.

Que Dios nos de gracia para cumplir este llamamiento de hacer discípulos que hacen discípulos para que el fruto permanezca PARA SU GLORIA.